Dos son las maneras, y cuatro las combinaciones, esenciales, en las que el gobierno, única entidad con el poder para hacerlo, puede interferir en el quehacer de los agentes económicos, ya sea por el lado de la producción, la oferta y la venta, ya por el del consumo, la demanda y la compra. Dos maneras y cuatro combinaciones, y solo una es justa (respeta los derechos de los agentes económicos) y eficaz (logra el mejor uso posible de recursos, tanto de factores de la producción, como de bienes y servicios de consumo final).

Las dos maneras de interferir son: limitando el hacer y limitando el poseer o, dicho en términos clásicos, restringiendo el laissez faire (dejar hacer según las intenciones de cada quien, tanto por el lado de la oferta como de la demanda) y coartando el laissez avoir (dejar poseer según la capacidad productora de cada quien para generar ingreso).

Las cuatro combinaciones posibles son: 1) dejar hacer y dejar poseer; 2) no dejar hacer y no dejar poseer; 3) dejar hacer y no dejar poseer; 4) no dejar hacer y dejar poseer. La primera corresponde al liberalismo, la segunda al comunismo, la tercera al socialismo, y la cuarta al mercantilismo, debiendo aclarar que al referirme al dejar hacer quiero decir dejar hacer en libertad, según las intenciones de cada quien, con la única condición de respetar los derechos de los demás, y al referirme al dejar poseer quiero decir dejar poseer el ingreso fruto del trabajo realizado, sin cobrar impuestos redistributivos, y por lo tanto cobrando impuestos a todos por igual, para darle a todos por igual, lo cual se logra si el gobierno se limita a realizar sus legítimas tareas, que tienen esto en común: no suponen redistribuir el ingreso, quitarle a A lo que es suyo, producto de su trabajo, para darle a B lo que no es producto de su trabajo, y por ello no es suyo. Tales tareas son: proveer seguridad contra la delincuencia; impartir justicia; ofrecer los bienes y servicios públicos, que realmente sean públicos, y que realmente deban ser ofrecidos; ordenar la convivencia en los espacios públicos; corregir, en los casos en los que sea posible, y el remedio no salga más caro que la enfermedad, las externalidades.

Lo correcto es que se respete tanto la libertad individual como la propiedad privada, es decir, que se reconozca el derecho de la persona a hacer lo que le dé la gana, con la única condición de que al hacerlo no viole derechos de terceros, así como el derecho de la persona al producto de su trabajo, salvo por aquella parte que el gobierno necesite para realizar sus legítimas tareas, y el único marco institucional que lo hace posible es el liberalismo, siempre a favor del dejar hacer y dejar poseer. El socialismo (que no hay que confundir con el comunismo), está a favor del dejar hacer pero, desde el momento en el cual está a favor de la redistribución del ingreso, con el fin de garantizar para todos la satisfacción de ciertas necesidades, no lo está del dejar poseer, porque tiene que redistribuir. El comunismo (que no hay que confundir con el socialismo), desde el momento en el cual está a favor de la economía centralmente planificada está en contra del dejar hacer, de la misma manera que, por estar a favor de la igualdad en la posesión de bienes materiales, está en contra del dejar poseer según la capacidad productora de cada quien. Por último el mercantilismo (que es capitalismo de compadres), por estar en contra de la competencia (sobre todo de las importaciones y de la inversión extranjera directa) está en contra del dejar hacer (los empresarios extranjeros no pueden participar en la economía nacional), pero no del dejar poseer.

¿Qué tenemos? Dos maneras y cuatro combinaciones, esenciales, de la intervención del gobierno en la economía, siendo que solo la primera, el liberalismo, que en realidad no supone intervención gubernamental alguna en la economía, es la justa y eficaz, liberalismo que es excepción y no regla.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.