La seguridad social es uno de los elementos esenciales del Estado Benefactor, mismo que pretende satisfacer, definiéndolas inclusive como derechos, necesidades básicas, como lo son alimentación, atención médica, educación, vivienda, un ingreso mínimo, empleo, necesidades que, definidas como derechos, pueden integrar una larga lista, con la consecuencia inevitable: una mayor presión tributaria sobre los contribuyentes, quienes terminan pagando por la seguridad proveída por el Estado Benefactor, lo cual nos lleva de nueva cuenta a un hecho irrefutable: no hay algo que el gobierno les dé a los gobernados, que previamente no le haya quitado a los contribuyentes, por lo que la seguridad social se financia con recursos privados.

¿Qué es la seguridad social? En el menos malo de los casos es el gobierno obligando al gobernado a beneficiarse a sí mismo, cuando le exige, por ejemplo, ahorrar para su retiro. En el peor es el gobierno obligando a parte de los gobernados a beneficiar a la otra parte, cuando les cobra impuestos a los primeros para, por ejemplo, pagar la atención médica de los segundos. En el primer caso el gobierno trata al gobernado como si fuera un niño incapaz de responder por sus actos, al que hay que obligar a que se cuide. En el segundo el gobierno trata al contribuyente como esclavo, a quien se obliga a trabajar en beneficio de alguien más, obligándolo a entregar, por el cobro de impuestos, parte del producto de su trabajo. En ambos casos el gobierno abusa de su poder, obligando al ciudadano a entregar, ya sea a su favor, ya en beneficio de alguien más, parte del producto de su trabajo, siendo que, si no existiera esa obligación, el ciudadano no la entregaría.

La seguridad social implica, en primer término, que el gobierno trata al gobernado, o como niño irresponsable, o como esclavo, obligándolo a realizar acciones que, de otra manera, no hubiera realizado. Y que quede claro: no estoy en contra de que cada uno se cuide lo mejor posible, ni de que nos ayudemos los unos a los otros. Estoy en contra, ¡eso sí!, de que el gobierno te obligue a cuidarte (por ejemplo: obligándote a ahorrar para tu retiro), o de que te obligue a beneficiar a otros (por ejemplo: cobrándote impuestos para pagar la escuela de los hijos de otros). El adjetivo social, que acompaña al sustantivo seguridad, implica violación a la libertad individual y a la propiedad privada, con un agravante: dicha violación la llevan a cabo quienes deberían de garantizar la propiedad y la libertad de las personas: el Estado, las leyes, el gobierno.

Así las cosas, la seguridad social implica que el gobierno trata al gobernado, o como niño irresponsable, o como esclavo, obligándolo a realizar acciones que, de otra manera, no hubiera realizado, lo cual viola la libertad individual y la propiedad privada. Pero el abuso no termina allí, ya que la seguridad social supone, sobre todo en su segunda modalidad (el gobierno obligando a algunos gobernados a beneficiar a otros), que los beneficiarios de tales prácticas son incapaces, por sí mismos, de satisfacer sus necesidades. ¿Hasta qué punto este tipo de seguridad social atenta contra la dignidad de la persona? Y si lo hace, ¿no se trata de un abuso? Por último, preguntémonos lo siguiente: ¿qué tipo de conducta motiva, entre quienes reciben la seguridad social, el creer que es el gobierno, encarnación del Estado Benefactor, el responsable de satisfacer muchas de sus necesidades, sobre todo cuando las mismas han sido definidas como derechos?

Dicho todo lo anterior, ¿es o no es, como lo señala Friedman, la seguridad social impuestos malos para proveer beneficios injustos?

Por ello, pongamos el punto sobre la i.