Lo primero que hay que tener presente para entender lo que afirma Thatcher es que el dinero es el medio de intercambio de la riqueza, de tal manera que solo debe tener dinero quien participa en su creación, siendo la riqueza los bienes y servicios con los que los seres humanos satisfacemos nuestras necesidades. Quienes participan en la producción de riqueza son agentes económicos, clasificados en grupos según el tipo de factor de la producción que aportan: recursos naturales; trabajo, tanto físico como intelectual; capital, desde el dinerario hasta el físico; empresarialidad, sin la cual los otros salen sobrando, ya que no habría quien los coordinara para llevar a cabo la producción.

A los agentes económicos que participan en la producción de determinada riqueza (por ejemplo: zapatos) se les paga por ello, paga con la cual pueden adquirir otros tipos de riqueza, producida por otros agentes económicos (por ejemplo: alimentos, bebidas, ropas, medicinas, etc.), paga que, por lo general, se realiza de manera dineraria. Quien aporta algún factor de la producción para producir una determinada mercancía (todo bien o servicio producido para la venta), recibe a cambio una determinada cantidad de dinero con el cual puede adquirir los bienes y servicios (mercancías ofrecidas para la venta) necesarios para satisfacer sus necesidades. Ese dinero es el medio de intercambio de la riqueza, que al superar las limitaciones del trueque multiplica los intercambios, elevando el bienestar de la gente, que depende de la cantidad (y calidad) de los bienes y servicios de los que disponga, que a su vez depende de la cantidad de intercambios que pueda realizar, que a su vez depende del uso de un medio de intercambio.

El que alguien disponga de una cierta cantidad de dinero (salvo los casos de robo, premio de lotería, herencia recibida, y demás por el estilo) es la consecuencia de haber participado en la producción de riqueza, es decir, en la producción de bienes y servicios, que no es el caso del gobierno, que obtiene “su” dinero del cobro de impuestos, por el cual el recaudador (una de las figuras más conspicuas de cualquier gobierno) obliga al contribuyente a entregarle parte del producto de su trabajo, entrega que por lo general se hace de manera dineraria, medio de intercambio de la riqueza (dinero) que llega a manos de los gobernantes sin que estos hayan participado en la producción de riqueza (bienes y servicios).

¿Qué justifica tal arbitrariedad, que materialmente no deja de ser un robo? El mal que el gobierno debe combatir: la violación de los derechos de la persona, y el bien que el gobierno debe procurar: la impartición de justicia, supuesta la violación de los derechos de la persona, violación de los derechos de la persona que limita las posibilidades de producir (libertad), poseer (propiedad) y disponer (nuevamente libertad) riqueza, impartición de justicia que multiplica las posibilidades de producirla, poseerla y disponerla.

Lo que justifica el cobro de impuestos es que se le cobre a todos lo mismo (de tal manera que no haya redistribución por el lado de la recaudación), y que se les dé a todos lo mismo (de tal forma que tampoco haya redistribución por el lado del gasto), lo cual supone limitar al gobierno a la realización de sus legítimas tareas, ninguna de las cuales supone la redistribución (quitarle a A para darle a B), siendo las dos primeras, ¡irrenunciables!, prohibir la violación de los derechos de la persona y, de fallar tal prohibición, impartir justicia en sus dos vertientes: castigar al delincuente y, de ser posible, resarcir a la víctima. Solo así se justifica que el gobierno disponga de un dinero que no es suyo, en el sentido de que no es el resultado de su participación en la producción de riqueza, sino de la expoliación legal de riqueza, que eso es el cobro de impuestos.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.