La pobreza no tiene causas, es la condición original del ser humano en este planeta. La que sí tiene causas, ¡ojo!, es la riqueza
La pobreza, definida como la incapacidad del ser humano para, por la vía del trabajo productivo, procurarse los bienes y servicios necesarios para, por lo menos, satisfacer correctamente sus necesidades básicas, aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud y la vida de la persona, es la condición original del ser humano en este planeta, condición original que no hay que confundir con natural. Si esa condición, la de pobreza, hubiera sido natural, desde el momento en el que la naturaleza impone límites insalvables, el ser humano no hubiera sido capaz de superarla, superación que ha sido la regla, no la excepción, por más que falte mucho por hacer, con la ventaja de que ya sabemos cuál es el camino a seguir, con la desventaja de que muchos legisladores y gobernantes se niegan, a partir de la ignorancia y/o los prejuicios, a seguirlo.
La pregunta correcta, relacionada con la intención de que las personas mejoren su nivel de vida, no es por la causa de la pobreza, sino por la causa de la riqueza, definida, de entrada, como la capacidad del ser humano para, por medio del trabajo productivo, y de todo lo que el mismo implica y supone, ser capaz de producir (directa o indirectamente) los bienes y servicios indispensables para, por lo menos, satisfacer correctamente sus necesidades básicas. La pregunta correcta es por la causa de la riqueza, no de la pobreza, pese a que muchos, señaladamente los pobretólogos, plantean la segunda y no la primera. Suponiendo que descubres la causa de la pobreza, ¿para qué te sirve ese conocimiento? Por el contrario, si descubres las causas de la riqueza se puede echar a andar el proceso de creación de la misma, sobre todo si el gobierno sabe qué es lo que ese proceso demanda de él, algo que Adam Smith tuvo muy claro: paz, pocos impuestos, y una aceptable impartición de justicia, tres ingredientes indispensables del Estado de Derecho.
Y hablando de Smith centremos la atención en el título de su libro, Una investigación acerca de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, obra que, desde el título, apunta en la dirección correcta: la pregunta es por la riqueza, no por la pobreza, y por la riqueza de las naciones, en plural, no de esta o aquella nación, en particular, lo cual ya señala una de las intenciones de Smith: refutar a los mercantilistas, quienes consideraban que el comercio internacional era un juego de suma cero, de tal manera que lo que un país ganaba era lo que otro país perdía, resultando imposible el enriquecimiento de las naciones, siendo viable solamente el enriquecimiento de la nación A a costa del empobrecimiento de la nación B, momento de preguntar por qué, si el resultado le es adverso, la nación B comercia con el país A.
Smith se preguntó, en primer lugar, por la naturaleza de la riqueza, y respondió que la misma consiste, no en el dinero, que no es más que el medio de intercambio de la riqueza, sino en los bienes y servicios con los que el ser humano satisface sus necesidades. En segundo término se preguntó por las causas, así en plural, de la riqueza, e identificó las siguientes: libertad, competencia y justicia; trabajo y ahorro; gobierno limitado a la impartición de justicia, la defensa de la patria, y la provisión de educación y ciertas obras públicas; y las ya mencionadas: paz, pocos impuestos, y una aceptable impartición de justicia, todo lo cual se resume en lo que él llamó “el sistema de la libertad natural”, basado en la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, que al paso del tiempo ha sido sustituido por lo que podemos llamar “el sistema de la imposición artificial”, basado en la intromisión del gobierno con el fin de limitar, en el mejor de los casos, o eliminar, en el peor de los mismos, la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, tal y como ha venido sucediendo, con el resultado inevitable: la reducción, en algunos casos drástica, de las posibilidades para producir riqueza, tal y como ha sucedido en los países en los que los tiranos han impuesto el comunismo o el socialismo, siempre en contra de la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal, siempre en contra del sistema de la libertad natural, siempre en contra de la creación riqueza.
Por ello, pongamos el punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.