¿Qué hay que entender por sistema redistributivo? Las prácticas institucionalizadas con las cuales el gobierno le quita a A, lo que es de A, para darle a B, lo que no es de B. Las prácticas institucionalizadas con las cuales, por medio del cobro de impuestos, el gobierno obliga a A ¿Qué hay que entender por sistema redistributivo? Las prácticas institucionalizadas con las cuales el gobierno le quita a A, lo que es de A, para darle a B, lo que no es de B. Las prácticas institucionalizadas con las cuales, por medio del cobro de impuestos, el gobierno obliga a A a entregarle parte del producto de su trabajo para, por medio del gasto social, darle a B lo que no es producto de su trabajo, práctica que B aceptará y A rechazará, rechazo poco eficaz porque, desde el cobro de impuestos con fines redistributivos, hasta el gasto social con metas redentoras, es legal: cada impuesto y gasto está avalado por una ley, por lo que son legales, lo cual no quiere decir que sean justos.

Gobernar se ha vuelto sinónimo de redistribuir, ya sea con la intención de satisfacer necesidades (socialismo), ya con el objetivo de defender intereses (mercantilismo). Basta revisar los presupuestos de egresos de los gobiernos para comprobarlo. Otro problema es que la mayoría de la gente, ¡inclusive muchos liberales!, está de acuerdo con que el gobierno satisfaga necesidades y defienda intereses, todo lo cual es posible solamente por medio de la redistribución. Mucha de esa gente, de manera ingenua, cae en la trampa: cree que es el gobierno el que da, sin darse cuenta que no hay nada que el gobierno dé que previamente no haya quitado, de una u otra manera, en mayor o menor medida.

Los gobiernos redistribuidores crean clientelas presupuestarias, grupos de intereses que reciben alguna tajada del presupuesto, misma que acaban considerando un derecho, misma que el gobierno termina reconociendo como tal, lo cual hace sumamente difícil su eliminación, que se identifica con la supresión de un derecho, que en realidad no pasa de ser, o una necesidad, o un interés, ¡algo muy distinto!

Como ningún gobierno puede darle todo a todos, solo es capaz de darle algo a algunos, y esos algunos que acaban recibiendo son los mejor organizados, los que más presionan, los que mejor chantajean, los que más gente acarrean, los que más amenazan, dando como resultado lo que señala De Jasay: una maraña de favores, por los que los favorecidos reciben lo que no deberían recibir, porque simple y sencillamente no les corresponde. Y no les corresponde porque, si se trata de redistribución, lo que el gobierno les da no ha sido fruto de su trabajo, sino del trabajo de alguien más. El gobierno le quita a A, lo que es de A, para darle a B, lo que no es de B, y lo que es de A es suyo porque es fruto de su trabajo, y lo que se le da a B no es suyo porque no es el fruto de su trabajo.

¿Tenemos los seres humanos el derecho al producto íntegro de nuestro trabajo? Si la respuesta es positiva entonces hay que encontrar la justificación para el cobro de impuestos (justificación que desde el punto de vista liberal sí existe) y, en concreto, para el cobro de impuestos con fines redistributivos (justificación que, desde la perspectiva liberal, no existe). Se justifica el cobro de impuesto cuando se le cobra a todos lo mismo y se les da a todos lo mismo, es decir, cuando no hay redistribución, ni por el lado de la recaudación (a todos se les quita lo mismo), ni por el lado del gasto (a todos se les da lo mismo: garantizar derechos, no satisfacer necesidades, tampoco defender intereses). No se justifica el cobro de impuestos cuando a unos se les cobra más que a otros, y cuando a otros se les da más que a unos. Hoy la regla es lo segundo y no lo primero, y ello es así porque hoy los gobiernos, más que garantizar derechos, satisfacen necesidades y defienden intereses, porque más que gobiernos pretenden ser desde ángeles de la guarda, y preservarnos de todos los males, hasta hadas madrinas, y concedernos todos los bienes.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.