¿Hay impuestos consecuencia del consentimiento del contribuyente? Si los hay, ¿son realmente impuestos? Para responder hay que tener claro qué supone el cobro de impuestos, qué tipo de relación se establece entre el recaudador y el contribuyente, cuál es el resultado de todo ello.

Cobrar impuestos supone que el recaudador obliga al contribuyente a entregarle parte del producto de su trabajo, lo cual, por más legal que sea (detrás de todo impuesto hay una ley), no deja de ser injusto (se trata de un robo), sobre todo si aceptamos que el ser humano tiene el derecho al producto íntegro de su trabajo, lo cual supone la libertad para decidir entre quienes distribuye su ingreso y de qué manera lo hace: a quiénes les compra bienes y servicios y a quiénes no, y a quiénes ayuda y a quiénes no, todo ello sin coerción, coerción que está por delante y detrás del cobro de impuestos.

Que los impuestos sean consecuencia del consentimiento del contribuyente supone  que el contribuyente consiente ser robado por el recaudador, lo cual, suponiendo excepciones, no es la regla. Y si quienes consienten el cobro de impuestos (o un mayor cobro) son los legisladores, elegidos por los ciudadanos como sus representantes, ¿entonces sí se puede hablar del consentimiento de los contribuyentes por interpósita persona? No si los contribuyentes no han dado su consentimiento para que sus “representantes” (¿exagero al entrecomillar?) en el Poder Legislativo consientan cobrar impuestos (o cobrar más).

Si la mayoría de los ciudadanos (o inclusive la totalidad) acepta el cobro de impuestos, ¿éstos quedan justificados? Replanteo la pregunta: si la mayoría de los ciudadanos (o inclusive la totalidad) acepta el robo legal, que no por legal resulta justo, ¿éste queda justificado? No, y precisamente por injusto.

Entiendo lo que quiere decir Spooner, pero no es cierto que, de ser aceptados por los contribuyentes, sin ningún tipo de coerción de parte del recaudador en particular y del gobierno en general, los impuestos se vuelvan justos, dejando der ser un robo. En tal caso no serían impuestos sino contribuciones voluntarias, ¡algo muy distinto!

Lo único que justifica el cobro de impuestos, aceptando la necesidad del gobierno, es que se le cobre lo mismo a todos (para que no haya redistribución del ingreso por el lado de la recaudación), para darle lo mismo a todos (para que tampoco haya redistribución por el lado del gasto), y que el gobierno se limite a la realización de sus cinco legítimas tareas, ninguna de las cuales supone la redistribución del ingreso: 1) garantizar la seguridad contra la delincuencia; 2) impartir justicia; 3) ofrecer los bienes y servicios públicos, que realmente sean públicos, y que realmente deban ser ofrecidos (por ejemplo: alumbrado en las calles); 4) ordenar la convivencia en los espacios públicos (por ejemplo: instalar semáforos); 5) corregir externalidades negativas (por ejemplo: multar a quien contamine).

¿Es correcto pedir y esperar el consentimiento de los contribuyentes para el cobro de impuestos? Si se les pidiera y no lo dieran, ¿el gobierno se quedaría cruzado de brazos, renunciando a la recaudación? Si se les pidiera y lo dieran, ¿seguiría tratándose de impuestos? Que los impuestos sean legales no quiere decir, ni que sean consecuencia de nuestro consentimiento, ni que sean justos.

El cobro de impuestos -obligar al contribuyente a entregarle al recaudador parte del producto de su trabajo- se justifica bajo ciertas circunstancias que raramente se cumplen.