Hoy la principal amenaza contra la libertad individual no viene del comunismo, sino del socialismo. Por comunismo entiendo el arreglo institucional por el cual el gobierno, dueño de los medios de producción, y por lo tanto patrón único, planea, conduce, coordina y orienta la actividad de los agentes económicos, eliminando la libertad individual para trabajar, emprender, invertir, producir, ofrecer y vender. Por socialismo entiendo el arreglo institucional por el cual el gobierno, permitiendo la propiedad privada de los medios de producción, y por lo tanto la libertad individual para trabajar, emprender, invertir, producir, ofrecer y vender, obliga a los agentes económicos a entregarle parte del producto de su trabajo, con fines redistributivos. Cobrar impuestos para financiar gasto social. Le quita a A lo que, por ser producto de su trabajo, es de A, para darle a B lo que, por no ser producto de su trabajo, no es de B, quitar y dar que podrá ser legal, pero no justo.

Hoy la principal amenaza contra la libertad individual no viene del comunismo, sino del socialismo, entendido como el arreglo institucional que hace posible la redistribución del ingreso, que supone, directamente, la violación del derecho a la propiedad privada, e indirectamente, dado que la propiedad privada es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual, también del derecho a la libertad individual. Hoy los gobiernos no atentan directamente contra la libertad individual (salvo en los casos en los que sí lo hacen, como el de la prohibición del consumo de drogas), sino indirectamente, a través de los atentados contra la propiedad privada, condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual.

El ejercicio de la libertad siempre lo es con relación a alguna propiedad, comenzando por el cuerpo y sus facultades. Ser libre supone poder hacer con lo que es de uno lo que más le convenga a uno, con un solo límite: el respeto a los derechos de los demás, que comienza por reconocer en los demás el mismo derecho: que hagan con lo que es de ellos lo que más les convenga.

En la misma medida en la que, por medio de la redistribución, el gobierno limita la propiedad privada (en este caso del ingreso), limita la libertad individual (por ejemplo: para consumir, ya que para consumir se necesita comprar los satisfactores, y para comprarlos se necesita del ingreso). No hay manera de que lo primero –limitar la propiedad privada– no tenga como consecuencia lo segundo –limitar la libertad individual–. Por ello es que resultan contradictorios los “liberales” que están a favor de la libertad individual y, al mismo tiempo, favorecen la redistribución del ingreso (el gasto social de los gobiernos).

El gobierno que le quita a A lo que es de A para darle a B lo que no es de B, tratando a A, como lo señala Rand, como un bien de uso, como algo que está en función de alguien más, como algo que no vale por sí mismo sino por ese alguien más. El gobierno trata a A como un medio para la satisfacción de las necesidades de B, tratamiento que viola el tercer enunciado del imperativo categórico de Kant: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, nunca solo como un medio”. El gobierno que obliga a A a entregarle parte del producto de su trabajo, para dárselo a B, trata a A únicamente como medio, como bien de uso, como algo que está en función de alguien más, alguien más que es su razón de ser.

Hoy gobernar es sinónimo de redistribuir, de quitarle a A para darle a B, de tratar a A como bien de uso, solo como medio. Hoy el Estado Benefactor, y su agente, el gobierno redistribuidor, podrá estar en problemas, comenzando por los financieros, pero lejos está de estar liquidado, liquidación que, mientras la mayoría crea que una de las tareas esenciales del gobierno es redistribuir, seguirá pendiente.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.