Los controles de precios producen casi invariablemente mercados negros.
Para entender por qué el control gubernamental de precios produce mercados negros, preguntémonos qué se logra sin dichos controles.
Cuando los oferentes de bienes y servicios pueden ajustar los precios conforme a los cambios en la oferta y la demanda, y los demandantes deciden si a ese nuevo precio compran o no, en los mercados se corrigen las situaciones de escasez (al precio ofrecido no hay suficiente oferta) y abundancia (al precio ofrecido no hay suficiente demanda), situaciones antieconómicas: en el primer caso no se ofrece todo lo que, a ese precio, están dispuestos a comprar los consumidores (hay una subutilización de los factores de la producción), y en el segundo no se demanda todo lo que, a ese precio, están dispuestos a vender los productores (hay una sobreutilización de los factores de la producción).
En ambos casos se trata de situaciones antieconómicas. ¿Cómo se corrigen? Con el ajuste de precios. En caso de escasez el precio sube y entonces, a ese nuevo precio, hay demandantes que ya no están dispuestos comprar, por lo que la cantidad demandada baja y, si el precio aumentó lo que debía aumentar, se elimina la escasez. En caso de abundancia el precio baja y entonces, a ese nuevo precio, hay nuevos demandantes dispuestos comprar, por lo que la cantidad demandada aumenta y, si el precio bajó lo que debía bajar, se elimina la abundancia.
Si en una situación de escasez, por la cual el precio debe aumentar, el gobierno impone un precio máximo, por arriba del cual ningún vendedor debe ofrecer, lo que hace es impedir que el ajuste en el precio corrija la escasez, lo cual quiere decir que a ese precio (el impuesto arbitrariamente por el gobierno), la cantidad ofrecida es menor que la demandada, manteniéndose la situación de escasez, creándose un incentivo para la aparición de mercados negros, en los cuales no se respeta el precio máximo, en los cuales sí se ofrece todo lo que los demandantes están dispuestos a comprar, pero a un precio mayor del que hubiera sido si el gobierno no hubiera impuesto un precio máximo. ¿Por qué? Porque ofrecer y vender a un precio mayor que el precio máximo impuesto por el gobierno resulta ilegal, lo cual puede ser sancionado administrativa o penalmente, por lo que el precio al que el oferente está dispuesto a vender en el mercado negro debe ser lo suficientemente elevado para compensar ese riesgo, que no existiría sin el control de precios.
¿Cuál es el resultado de la imposición de precios máximos? Primero: se mantiene o genera escasez (a ese precio la cantidad demanda es mayor que la ofrecida). Segundo: dada la escasez (la cantidad ofrecida no alcanza a cubrir toda la demanda) solo un porcentaje de los demandantes (los que llegaron primero al mercado) logra comprar y consumir. Tercero: dado que al precio “oficial” hay demandantes insatisfechos (quienes, por haber llegado tarde al mercado, ya no lograron comprar), surgen oferentes dispuestos a vender, pero a un precio mayor que el “oficial” y por arriba de aquel al que hubieran ofrecido si el gobierno hubiera permitido, en la situación de escasez, el alza del precio.
Los mercados negros son la manera que tienen los agentes económicos, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, de darle la vuelta a los controles de precios (y otras muchas arbitrariedades por el estilo, como puede ser la prohibición de importar determinadas mercancías), para poder, los unos (oferentes) vender y generar ingresos, y los otros (demandantes) comprar y consumir. Los mercados negros son los verdaderos mercados libres, en los cuales lo que vale es la libertad individual, la propiedad privada, la responsabilidad personal.
Por ello, pongamos el punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.