Las pérdidas y la quiebra son malas para las empresas que las enfrentan, pero buenas para el resto de las actividades económicas, comenzando por el consumo, y ello por una razón muy sencilla: la quiebra de una empresa supone que se deja de producir una mercancía cuya producción los consumidores no estaban dispuestos a financiar, lo cual permite que todos los factores de la producción que se usaban para producir esa mercancía, comenzando por el trabajo, se destinen a la producción de algún bien o servicio que los consumidores, pagando su precio en el mercado, sí estén dispuestos a financiar.

Las pérdidas surgen cuando los consumidores no están dispuestos a pagar un precio que alcance para cubrir los costos de producción de la mercancía, incluida en ellos la ganancia normal del empresario. Esa pérdida le indica al empresario que no está haciendo un buen uso, suficientemente productivo, de los factores de la producción de los que dispone (recursos naturales; instalaciones, maquinaria y equipo; trabajo; etc.), por lo que, o eleva la productividad (reduce el costo) de la producción de la mercancía en cuestión, con el fin de ofrecerla a un precio menor y atraer consumidores, o destina, él u otro empresario, esos factores de la producción a la elaboración de alguna otra mercancía, por la que los consumidores sí estén dispuestos a pagar un precio que cubra su costo de producción, incluida la ganancia normal del empresario.

Los factores de la producción son escasos y, en la mayoría de los casos, tienen usos alternativos, por lo que su uso genera un  costo de oportunidad - todos los factores que se usaron para producir X se dejaron de utilizar para producir Y -, y el reto consiste en que ese costo de oportunidad sea el menor posible, lo cual se logra cuando esos factores de la producción se usan para producir los bienes y servicios que los consumidores valoran más, es decir, aquellos por los que están dispuestos a pagar un precio que alcance para cubrir su costo de producción, lo cual le permitirá al empresario que los ofrece obtener, por lo menos, la ganancia normal, que es el porcentaje mínimo por debajo del cual esa persona no está dispuesta a trabajar como empresario.

La ganancia es la muestra de que el empresario está haciendo un buen uso de los factores de la producción que utiliza, de que los consumidores aprueban ese uso, y de que, por lo tanto, “le dan permiso” de que los siga usando de tal manera. Por el contrario, la pérdida es la muestra de que los consumidores no aprueban el uso que el empresario le está a dando a los factores de la producción que utiliza, ya sea porque produce una mercancía que los consumidores no desean, ya sea porque la produce a un costo que se traduce en un precio que los consumidores no están dispuestos a pagar, razón por la cual, o aumenta su productividad para reducir el costo y ofrecer a un precio menor, que los consumidores sí estén dispuestos a pagar, o destina los factores de la producción a la elaboración de algún otro bien o servicio que los consumidores sí estén dispuestos a comprar.

Las pérdidas muestran, ¡sin lugar a dudas!, que el empresario está haciendo un mal uso de los factores de la producción a su disposición, o porque está ofreciendo una mercancía que lo consumidores no quieren, o porque lo está haciendo a un precio que los consumidores no están dispuestos a pagar. En ambos casos se genera un costo de oportunidad, es decir, un desperdicio de factores de la producción, que se corrige, o elevando la productividad en el uso de los mismos, o destinándolos a la producción de alguna otra mercancía, siendo que esta segunda opción pasa por la quiebra, que perjudica a la empresa que la enfrenta, pero que beneficia al resto de las actividades económicas, comenzando por el consumo, algo que no se acaba de entender, tal y como lo vemos en el afán del los gobiernos por rescatar empresas a punto de la quiebra.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.