En esta provincia, lo mismo que en las grandes ciudades como Vancouver, Edmonton y Toronto la cultura general carece de ese poderoso componente que abunda en mi México: el alcohol y las drogas.
Con una
temperatura de 23 grados centígrados y una lluvia minuciosa –como diría el
maestro Borges-, que me recuerda a aquellas equipatas
de mis años tempranos en Huatabampo, amaneció hoy en Meadow Lake, al noroeste de la provincia
canadiense de Saskatchewan.
En esta
apacible población localizada a la orilla del lago del mismo nombre y al cual,
como dice el letrero a la entrada noroeste, se le conoce como la puerta de
acceso a los territorios del noroeste de Canadá, la vida se observa como de
tarjeta postal, sí, esas de casas con chimeneas rodeadas de jardines, cielos
inquietos y escenas idílicas.
Sin embargo,
más allá de imágenes bucólicas, poblaciones como ésta son las que abundan no
nada más en esta provincia sino en todo el territorio del segundo país más
grande del mundo. Esta condición no es, por decirlo de alguna manera, algo
fortuito sino consecuencia de una economía territorialmente equilibrada cuyos
cimientos se erigen sobre un sector primario poderoso y competitivo.
Con un
ingreso per cápita de poco más de 33 mil dólares
canadienses al año, la economía de la provincia de Saskatchewan,
descansa como ya se dijo, en una poderosa agricultura cerealera
y forrajera, que soportan a su vez a una ganadería de a de veras calculada en alrededor
de 5 millones de cabezas de ganado principalmente vacuno.
Como dato
curioso, pero no de menor importancia económica, déjeme decirle que no son
pocos los ranchos que se dedican a la ganadería de especies nativas como el búfalo
y el alce y otras foráneas como llamas y alpacas.
La
agricultura de Saskatchewan es de temporal.
Efectivamente, aquí la siembra se hace sobre el terreno previamente rastreado,
removido y surcado pero siempre siguiendo los niveles de la topografía natural.
Lo demás lo hacen la fertilidad del terreno, la lluvia y el sol que, como le
platicamos en nuestra columna anterior, la luminosidad solar en el verano es de
más de 16 horas al día, sólo interrumpidas por dos o tres rachas de lluvia, lo
que le da a esta provincia el sobrenombre de la tierra de las cielos vivientes.
Sobre esta
ventaja comparativa que brinda la naturaleza, los agricultores canadienses han
construido las ventajas competitivas que les permiten colocar trigo, otros
cereales y carne, en los mercados internacionales, a precios sin competencia y
ante los cuales los agricultores de Sonora nada pueden hacer, excepto continuar
exigiendo subsidios al gobierno mexicano, es decir, a todos los contribuyentes.
Permίtame ahora
el lector un cambio de tema para apuntar un dato interesante.
En nuestra
primera noche en la ciudad de Saskatoon, la más
grande de Saskatchewan, decidimos caminar por la
orilla del rίo Saskatchewan
Sur y vea lo que encontramos.
En uno de los
estacionamientos localizados a la orilla del rió, estaban tres vehículos
estacionados y a su alrededor varios jóvenes veinteañeros
divirtiéndose y platicando.
De acuerdo a
las imágenes propias de Hermosillo, de inmediato creí verlos con el bote de
cerveza en la mano. ¡Sorpresa! Nada en las manos, nada en los carros. De
repente ellos mismos se acercan a nosotros en un gesto amistoso y un servidor
desconfiado -puesto que ya era cerca de la una de la mañana-, observa
cuidadosamente la actitud y la expresión de los muchachos, tratando de
encontrar los signos de la embriaguez o de la influencia de alguna droga tan común
en mi lugar de residencia. ¡Otra sorpresa! El trato es respetuoso, desenfadado,
pero correcto y no tienen ningún signo de falsa felicidad inducida.
En Canadá la
venta de bebidas alcohólicas es función exclusiva del gobierno la cual se
cumple en establecimientos especiales donde los precios son altos. No encuentra
usted expendios y aguajes por todos lados como en Sonora y tampoco puede usted
adquirir cervezas y vinos en los supermercados y tiendas de conveniencia.
En esta
provincia, lo mismo que en las grandes ciudades como Vancouver, Edmonton y
Toronto, la cultura general carece -o por lo menos no es tan evidente-, de ese
poderoso componente que abunda en mi México: el alcohol y las drogas. ¿Cómo la
ve?
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.