Santiago de Chile (AIPE)- ¿Ha sabido usted de alguna reunión oficial iberoamericana o latinoamericana que haya servido para algo? Ninguna, a pesar de lo rimbombantes y frecuentes que son, y de lo que nos cuestan. Deberían clausurarlas para siempre y que nos devuelvan la plata, el caviar, los aviones, autos y viáticos, en vez de seguir quedándose con ellos para siempre, en una suerte de renta ética vitalicia.

Algunos gobernantes creen que están haciendo algo de categoría mundial, pero lamento notificarles que sólo pierden el tiempo, nuestra plata y oportunidades de desarrollo. ¿Las tropas en Haití, por ejemplo? Cero rentabilidad social. ¿Y cuándo dejaremos de botar esa plata, pues ya se anuncian nuevos desembarcos en otras playas de la ociosidad?

La OEA nunca sirvió para nada. Cómo será que hasta yo casi me fui a trabajar en ella hacia 1971. Entre Allende y la OEA, por ahí no más andaba... Ahora, el pobre Ortega la redescubre, pero no propone cerrarla. Seguramente quiere seguir la fiesta permanente, pero sin Estados Unidos ni España.

¿Se acuerda de Alalc, Aladi, Pacto Andino, SELA, Mercosur y los variados acuerdos bilaterales? Fíjese que Chile, para dejar de ser una nada, debió retirarse del Pacto Andino y de la CAF, pero nunca se aprende y seguimos buscando organismos inútiles en los cuales meter plata para variados ex funcionarios importantes, naturalmente de izquierda.

Todos estos progresistas tienen un seguro de vida eterno, sin trabajar, en esos organismos, a los que mantienen descontaminados de derechistas. Éstos, que se dediquen al sector privado; nosotros, los progresistas, al sector público. Por eso, siempre nos opondremos a reducir los tributos, que cumplen una función social irreemplazable, que los capitalistas y derechistas no comprenden. "La derecha a trabajar y nosotros a gobernar" es un gran acuerdo social que funciona -como hemos visto- hasta que los más vivos terminan por plantear el aumento expropiador final, "para ayudar a los pobres". Ayer, lo de Allende y Fidel; hoy, lo del Chavo y sus adláteres.

Nuestros dirigentes vienen cuenteando hace tiempo con la imagen país, con el "¡Cuidado, que nos observan!" y continuos aumentos de embajadas, consulados, agregados, becados y gastos reservados. Ahora dicen que esta burocracia debe reforzarse con nuevos genios que se han ido quedando sin cargos y sin plata. Y, bueno, sin ideas, excepto la de la "imagen país", que ahora estaría por sobre ProChile, todo clave en el desarrollo exportador de culebras.

A todas estas reuniones inútiles y caras hay que darles color, como lo hizo recién el deschavetado boquiflojo, que se ha agarrado con todos y ahora con el mismísimo rey de España, convertido en el autor del mejor pasodoble, "¿Por qué no te callas?".

¿Por qué se molestan con el Chavo o Chavín, que es el único que ha planteado alguna idea desde la creación de la OEA?

Chávez es auténticamente de los nuestros: gran corruptor con la plata, buen amigo, hermano. Si lo nombráramos rey, pasaríamos en fiestas y ceremonias marxistas, indigenistas, ambientalistas, nacionalistas, fascistas. Nada de yanquis ni españoles o portugueses. Nos ubicaríamos lejos del imperialismo, la globalización, el neoliberalismo y la explotación que nos tienen en la ruina. Un nacionalismo nuevo, "bolivariano", el socialismo siglo XXI, que para calificarlo como corresponde habría que usar el vocabulario de Chávez.

___* Profesor de economía, Universidad Finis Terrae, fue presidente del Banco Central de Chile.

© www.aipenet.com