Si no modernizamos la regulación discrecional que hoy impera en la mayoría de nuestros mercados, no alcanzaremos la soberanía que realmente importa: la soberanía del consumidor.
Nuevamente se confirma el peso que tienen los grupos
de interés en México (políticos y empresariales) en la formulación de las
leyes, sobre todo las dirigidas a ponerle reglas al mercado.
Ley del Mercado de Valores, Autonomía de Gestión de
Comisiones Financieras, Ley Federal de Radio y Televisión, en todas y cada una
de ellas vemos a todo el desfile de buscadores de rentas tratando de impedir
que la ley se aplique de manera imparcial y transparente a quien no acate las
reglas de la sana competencia. Cada quien trata de que la regulación del Estado
sea un traje a la medida que no estorbe en la consecución de rentas
extraordinarias ó de proyectos políticos personales.
En medio de esta tormenta de intereses, el concepto y
ejercicio de la regulación sale deformado, o peor aún, incomprendido.
Diversos organismos y agencias internacionales han
publicado en los últimos días estudios muy interesantes sobre
el crecimiento económico potencial que están perdiendo las economías
emergentes por tener sistemas de regulación económica obsoletos.
México es un claro ejemplo de esto. Desgraciadamente
durante muchos años en México la palabra regulación
tiene connotaciones negativas, y eso se debe fundamentalmente a que en estos
años las autoridades han confundido regulación con limitación de la libertad
económica. Tristemente se ha identificado a la regulación con el burocratismo,
el desperdicio de recursos del contribuyente y un freno a la libre iniciativa
individual.
En efecto, en las economías emergentes algo que
caracteriza a la regulación es que se ha convertido en un proceso en donde se
benefician a unos grupos de interés en perjuicio de otros. En México, por
ejemplo, se ha olvidado que el fin principal de la regulación económica es el
de poner reglas claras (que se expresa a través de leyes) en los mercados que
garanticen la eliminación de factores y barreras que inhiben la libre
competencia, así como asegurarse de que éstas reglas se cumplan mediante una
sólida arquitectura institucional. Protección de los derechos de propiedad,
información transparente que garantice la sana competencia e inhiba el riesgo
moral de los agentes privados, así como el beneficio del consumidor, son
elementos que usualmente están ausentes en las agencias regulatorias
mexicanas.
Diversos estudios confirman que el mejorar la calidad
de la regulación puede elevar la productividad en diversos sectores de la
economía.
Hoy que se pretende modernizar a una parte de la
regulación mexicana, para que México sea más competitivo, salen a relucir toda
clase de intereses y dogmatismos en materia de intervención del Estado en la
economía.
Primero fue
Luego vino la propuesta para hacer transparente a
diversas comisiones financieras como la propia CNBV,
Pero
el peor error fue de los otros partidos, en particular de Acción Nacional, que
por evitar “costos electorales”, decidieron no molestar a López y con ello mandaron
a la congeladora toda esta serie de iniciativas que casi acabarían de completar
la vacuna que el país tanto necesita contra los gobiernos populistas que tanto
han dañado a México. Una vez más los mexicanos fuimos rehenes de los intereses
político-electorales de los partidos.
Finalmente vino la propuesta de Ley Federal de Radio
y Televisión (LFRTV). La revisión de la misma comenzó hace varios meses. El
problema fue que se hizo en lo oscurito y hoy varios medios de comunicación se
han puesto en contra de la misma. En efecto, la ley tiene varios aspectos que
podrían ser mejorados, pero a la mayoría de los medios
esto es lo que menos les importa. Desde hace años ha tratado de modernizarse a
En los próximos días, amigo lector, seguiremos siendo
testigos de cómo los distintos intereses oscuros de grupos políticos y
empresariales salen a relucir cuando se trata de crear ó debatir leyes que
eliminen sus rentas extraordinarias. A ver si algunos de los políticos modernos
y preparados (aunque no lo crea, estimado lector, sí los hay) están a la altura
de las circunstancias y no simplemente “se rajan” para no hacerle el juego
electoral a los populistas. Si no modernizamos la regulación discrecional que
hoy impera en la mayoría de nuestros mercados, no alcanzaremos la soberanía que
realmente importa: la soberanía del consumidor.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.