En el decreto Calderón da a entender que la progresividad del impuesto sobre la renta es lo correcto, cuando no pasa de ser una injusticia, cuya defensa muestra el talante socialista de quien la emprende.
Del decreto presidencial por el que se otorga un estímulo fiscal a las personas físicas en relación con el pago por servicios educativos, es decir, del decreto que permite la deducción de un cierto porcentaje de ciertas colegiaturas, me llama la atención el siguiente párrafo: “…con el objeto de que la medida no afecte la progresividad de la estructura del impuesto sobre la renta de persona físicas, se estima necesario limitar el beneficio (de la deducción) a un monto máximo anual por nivel educativo…”, con lo cual Calderón da a entender que esa, la progresividad del impuesto sobre la renta, es lo correcto, cuando no pasa de ser una injusticia, cuya defensa muestra el talante socialista de quien la emprende.
Supongamos dos personas, A y B, la primera con un ingreso de mil pesos y la segunda con otro de dos mil. Si la tasa impositiva es del diez por ciento A le paga al fisco cien pesos y B doscientos, con lo cual se logra, por un lado, la equidad, ambos contribuyentes pagan, punto porcentual sobre punto porcentual, lo mismo, y, por el otro, la proporcionalidad: B, que genera el doble de ingreso que A, tributa, peso sobre peso, el doble que A.
Supongamos, cambiando de ejemplo, pero manteniendo constantes los ingresos, que A paga impuestos a una tasa del diez por ciento y que B lo hace al veinte, de tal manera que A tributa cien pesos y B cuatrocientos, con lo cual se rompe la equidad: ambos contribuyentes tributan a tasa distinta, y también la proporcionalidad: B, que genera el doble de ingreso que A, tributa, peso sobre peso, cuatro veces más que A.
En el primer caso se trata del impuesto proporcional al ingreso y, en el segundo, del impuesto progresivo, el mismo que, lo dijo Calderón, no debe verse afectado, lo cual quiere decir que el presidente está a favor de que quienes generen más ingreso tributen más, pero no peso sobre peso, lo cual se consigue con el impuesto proporcional, sino punto porcentual sobre punto porcentual, para lo cual hay que aplicar, como de hecho se hace, el impuesto progresivo, el mismo que no debe afectarse por ningún tipo de medida.
En el inciso VI del artículo 30 constitucional leemos que los mexicanos debemos “contribuir para los gastos públicos (…) de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes”, lo cual se logra con el impuesto proporcional al ingreso: porcentualmente todos pagan lo mismo, lográndose la equidad; peso sobre peso quien gana más paga más, y en la misma proporción en la que gana más, consiguiéndose la proporcionalidad en su justa medida. Con la misma tasa del diez por ciento A y B pagan, porcentualmente, lo mismo, al tiempo que B, que genera el doble de ingreso que A, tributa, peso sobre peso, exactamente el doble.
El impuesto progresivo al ingreso, bien vistas las cosas, resulta anticonstitucional, y ese es el que, según Calderón, no debe afectarse. No, no debe afectarse, debe eliminarse.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.