Según el Observatorio Laboral de la Secretaría de Trabajo y Prevención Social, el salario promedio en el país es de 4 mil 123 pesos mensuales, o 1 mil 030.75 pesos semanales, o 135.18 pesos diarios. Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, el número promedio de integrantes de la familia mexicana es cuatro. Hechas las cuentas resulta que, al día, a cada miembro de la familia “le tocan” 33.79 pesos, insuficientes para, por lo menos, la satisfacción de las necesidades básicas, que son aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud y la vida del ser humano.

Muchos mexicanos enfrentan un serio problema de ingresos. ¿Cómo resolverlo? La respuesta más socorrida es: aumentando la productividad del trabajo, para lo cual hacen falta, entre otras cosas, las reformas estructurales. Y es cierto: para aumentar los salarios hay que incrementar la productividad del trabajo, siendo ésta una condición necesaria para conseguir el objetivo, más no suficiente. Entre las otras condiciones para lograr el aumento en el salario se encuentra el reconocimiento, por parte del patrón, de ese aumento en la productividad, y su acción en consecuencia: la concesión del aumento salarial. El aumento salarial no es consecuencia inmediata, mucho menos necesaria, del incremento en la productividad del trabajo: entre lo primero y lo segundo media el otorgamiento, por parte del patrón, del aumento salarial, algo que es, antes que cualquier otra cosa, una cuestión de tipo moral, es decir, una decisión del empleador.

Lo anterior viene a cuento porque, dado lo que sucedió en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila, salió a relucir el salario pagado a los mineros, que en promedio, en todo el país, según la información del ya citado Observatorio Laboral, es de 6 mil 147 pesos mensuales, o sea: 1 mil 536.75 pesos semanales, es decir 201.54 pesos diarios, 50.39 pesos por miembro de la familia, salario por arriba del promedio nacional, pero por debajo de lo necesario para la satisfacción de, por lo menos, las necesidades básicas. En el caso de los mineros de Coahuila, el sindicato informó que “un trabajador minero del estado de Coahuila gana, en promedio, por una jornada laboral de ocho horas, 130 pesos diarios, como salario base, más las prestaciones establecidas en su contrato colectivo de trabajo, con los bonos de productividad y horas extras, que lo aumenta a 150 pesos diarios”, por debajo del salario minero nacional (201.54 pesos) y por arriba del salario promedio general (135.18 pesos). Poco, muy poco.

La pregunta que los patrones deben hacerse es si no pueden pagar más, y deben hacérsela por motivos éticos, recordando que la ética es lo que nos permite, ante el espejo, vernos cara a cara sin necesidad de desviar la mirada. ¿Tienen los patrones de los mineros, y de la mayoría de los trabajadores mexicanos, la conciencia tranquila?

Si la empresa no puede pagar más entonces el empresario, los trabajadores y el sindicato tienen la responsabilidad de aumentar la productividad del trabajo, como primer paso para incrementar el salario. Pero si la empresa está obteniendo ganancias extraordinarias, por arriba del porcentaje de utilidad por debajo el cual el empresario no está dispuesto a actuar como tal, entonces sí tiene la posibilidad, y con el nivel actual de salarios la obligación moral, de incrementar la remuneración de los obreros. ¿Por qué habría de hacerlo? Porque el salario no es solamente el precio del trabajo, es también el ingreso del trabajador, del cual depende la satisfacción de sus necesidades. Porque el trabajador no es únicamente un factor de producción más, con solamente su capacidad productiva, sino una persona con la dignidad que ello implica. Dicho esto insisto en las preguntas: los patrones ¿no pueden pagar más? Los patrones ¿tienen la conciencia tranquila?