Los mercados están haciendo su trabajo. No han fracasado. Al contrario, están demostrando una vez más que son el depurador que mantiene con vigor al sistema capitalista.
Davos, Suiza.- Podría parecer imposible que en lo que algunos consideran la catedral del capitalismo y la globalización, el Foro Económico Mundial de Davos, se hayan escuchado voces tan insistentes que piden hacer a un lado el modelo económico y reemplazarlo por algo nuevo que nadie alcanza todavía a especificar. Pero en este 2012 han sido numerosos los participantes que han declarado el fracaso del capitalismo.
El propio Klaus Schwab, fundador y presidente del consejo del Foro, puso el tema sobre la mesa cuando en sus reflexiones iniciales para la discusión señaló que el capitalismo había fracasado en buscar soluciones a la crisis de 2008 y que en su actual forma no coincide ya con las necesidades globales. En las discusiones sobre la situación económica de Europa y del mundo se ha señalado una y otra vez que el mercado ha fracasado porque fue incapaz de impedir ésta y otras crisis económicas. La creciente desigualdad en el ingreso en distintos países, especialmente los desarrollados, fue presentada también una y otra vez como prueba del gran fracaso de los mercados.
Estas afirmaciones, sin embargo, surgen de dos errores. El primero es suponer que el mercado es perfecto al equilibrar la oferta y la demanda y debe impedir las crisis. Una de las características del sistema de mercado ha sido siempre la existencia de crisis económicas. Éstas pueden ser consideradas como uno de los elementos fundamentales de una economía libre ya que permiten la depuración cíclica de empresas, tecnologías y comportamientos del mercado.
El otro error es el que sostiene que la obligación del mercado es producir una mayor igualdad de ingresos. El mercado tiene como propósito la generación de actividad económica y prosperidad. Un Estado puede considerar posteriormente que es conveniente redistribuir una parte de esta riqueza. Si lo hace de forma correcta, podrá mejorar la distribución sin matar a la gallina de los huevos de oro. Si lo hace mal, puede acabar con los incentivos de inversión y trabajo que convierten al mercado en generadora de prosperidad.
Los mercados están funcionando de la forma en que deberían hacerlo. Los países que mantienen incentivos a la inversión, como China y Corea del sur, están logrando avances importantes que les han permitido crear empleos y sacar a cientos de millones de la pobreza. Alemania ha demostrado su capacidad de recuperación de la crisis económica y también Suecia, que tuvo una serie de reformas económicas hace una década. En cambio los países que se equivocaron, ya sea por tener un gasto gubernamental excesivo como Grecia e Italia, o por permitir una burbuja en el mercado inmobiliario, como España, están pagando los costos. México ha logrado recuperarse con relativa rapidez de la crisis de 2009, gracias a sus políticas financieras sanas, pero no puede crecer con rapidez debido a que no ha hecho las reformas estructurales que lo hagan más competitivo.
Los mercados están haciendo su trabajo. No han fracasado. Al contrario, están demostrando una vez más que son el depurador que mantiene con vigor al sistema capitalista.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.