El Foro Mundial del Agua fue escaparate para todos los enemigos de la lógica, como también parecen serlo el Congreso y los candidatos presidenciales. El blanco favorito es la privatización de los recursos naturales, particularmente el líquido vital, pero esto se reproduce con la “nacionalización” de los recursos naturales en Bolivia o las intervenciones de todo aquello que produzca dinero en Sudamérica.

De esta forma, vemos cómo existe una gran carga ideológica para defender a los pobres y más necesitados de las garras del mercado y de los empresarios, para cobijarlos bajo la sombra de un estado paternalista y todopoderoso que brinda soluciones. Pero el tema está ahí después de casi 30 años de debate, a los pobres hay que cobrarles lo “justo”, a los desfavorecidos hay que subsidiarlos, así una larga lista de etcéteras y buenas intenciones que no tienen limite pero si una idea de confrontación contra los “ricos”, la “empresa” y los “industriales”.

Cuando vemos estas intenciones puestas en promesas de los candidatos, pues el asunto cobra niveles de pánico y de verdadero problema futuro, pues es como ver hacia atrás y rescatar lo peor de nuestra historia económica reciente. Dar acceso a todos y a precios bajos o inexistentes. Y es que todos los candidatos han prometido tarifas más bajas de energía eléctrica o de combustibles, pero no han dicho para qué servirían estas reducciones, no han dicho cómo le harían para bajar los precios, no han propuesto modificar la Constitución para poder hacerlo, ni han dicho cuánto costaría hacerlo, pues de mantenerse el actual esquema de trabajo de las paraestatales de energía no habría otra manera que por medio de mayores subsidios.

Pero independientemente de las acciones y las promesas, hay que regresar al punto de partida, los energéticos, la electricidad y el agua en México son caros porque son escasos. Ese es el primer punto de vista que debemos tomar en cuenta, que tenemos petróleo es cierto pero importamos combustibles por no tener refinerías; no tenemos refinerías porque los costos laborales de PEMEX son muy altos, también porque PEMEX no invierte; y la razón principal recae sobre el que PEMEX es un monopolio, impone sus reglas y no las del mercado.

La energía eléctrica es cara en México, por las mismas razones que los energéticos, o el caso del agua, es lo mismo, hay un monopolio público sobre estos bienes, no hay competencia, hay mucha corrupción y para colmo hay inseguridad jurídica, de esta forma el Estado mexicano y sus empresas paraestatales son una carga para todo el país y restan competitividad a las empresas mexicanas, por ello bajar el precio es sólo atacar el síntoma, la enfermedad está en otro lado.

Pero existe una segunda argumentación en todo este debate, los pobres no pueden pagar precios de mercado, ganan muy poco. Y es cierto, lo salarios en México son muy bajos, los empleos formales son escasos y no se ha podido crecer a tasas que permitan a los pobres salir de la pobreza. Pero hay muchas razones para este nivel de salarios, primero la existencia de un salario mínimo, de una Ley laboral por demás obsoleta y complicada, además de un gobierno ineficiente que hace de los costos laborales una pesadilla para cualquier empresa. Por ello antes de hablar de precios “justos” o de tarifas baratas habrá que hablar de crecimiento económico y competitividad.