Gravar a las rentas más altas con un porcentaje mayor de impuestos que a las bajas, es poner un impuesto a la industria y la economía; imponer un castigo a gente por haber trabajado más duro y haber ahorrado más que sus vecinos.
Por lo general se acepta que los
impuestos deben ser equitativos y proporcionales, es decir, que todos paguen lo
mismo (equidad), y que quienes generan más ingreso paguen más
(proporcionalidad), lo cual, a primera vista, parece contradictorio y, por lo
tanto, imposible: si todos han de pagar lo mismo, ¿cómo se pretende que algunos
paguen más que otros? La contradicción, ¿se puede resolver? Sí, y basta con
diferenciar entre la tasa a la que se tributa y la cantidad de dinero que se
paga al fisco.
Supongamos una persona que genera
mil pesos de ingreso y otra que es capaz de generar diez mil. Supongamos,
además, que el gobierno grava el ingreso de ambas a una tasa del diez por
ciento. Peso sobre peso, ¿cuánto paga la primera? Cien. ¿Y la segunda? Mil.
¿Hay equidad? Sí, ya que ambas pagan el diez por ciento. ¿Hay proporcionalidad?
Sí, ya que la segunda, que genera diez veces más ingreso que la primera
tributa, peso sobre peso, diez veces más. La equidad se da en la tasa (porcentaje)
y la proporcionalidad en el monto (dinero).
Sin embargo, los socialistas no se
conforman con que la segunda persona pague más que la primera, y pretenden que
pague mucho más, para lo cual proponen que la tasa a la que se cobra el
impuesto sea, no proporcional, sino progresiva. Así las cosas tendríamos lo
siguiente: la primera persona, que genera mil pesos de ingreso, tributaría a
una tasa del diez por ciento, y la segunda, que genera diez miel, lo haría, por
ejemplo, al veinte por ciento, razón por la cual la primera pagaría cien pesos
de impuestos y la segunda dos mil, es decir, veinte veces más que aquella,
arreglo tributario que mantiene la proporcionalidad (el que genera más ingreso
paga, peso sobre peso, más: de hecho mucho más), pero que elimina la equidad
(los contribuyentes ya no son tratados, en materia de la tasa impositiva, de
igual manera).
¿Qué justifica que quien genera diez
veces más ingreso que alguien más termine tributando veinte veces más? ¿Y por
qué nada más veinte veces más y no veinticinco, treinta o treinta y cinco, o
cualquier otro porcentaje mayor? Ya encaminados por la senda del impuesto
progresivo (a mayor ingreso mayor porcentaje), ¿hasta dónde llegar? ¿Por qué
castigar más a quién es más productivo y, por lo tanto, capaz de generar más
ingreso, lo cual supone, ¡¡¡no lo olvidemos!!!, que es
capaz de servir mejor al consumidor, ofreciéndole más y mejores bienes o
servicios? Entonces, ¿se trata de castigarlo menos? No, de ninguna manera.
Entonces, ¿de qué se trata? De que el gobierno trate a todos de igual manera,
lo cual, en materia de impuestos supone el impuesto proporcional al ingreso:
todos sujetos a la misma tasa, por lo cual, peso sobre peso, quien genera más
ingreso pagará más impuestos.
Liberales y socialistas coincidimos
en un punto: quien genera más ingreso debe pagar más impuestos. La diferencia
es que los liberales consideramos que ese mayor pago debe ser peso sobre peso,
¡y nada más!, mientras que los socialistas pretenden que sea, como de hecho es
en la gran mayoría de los casos, punto porcentual sobre punto porcentual. Es
por ello que los liberales estamos a favor del impuesto proporcional (el mismo
porcentaje en todos los casos), mientas que los socialistas están por el
impuesto progresivo (a mayo ingreso mayor tasa impositiva), lo cual supone imponer un castigo por haber trabajado más duro, lo cual no
es justicia social, sino injusticia a secas.
Por ello, pongamos el
punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.