Nazismo y comunismo son las dos caras de la misma moneda. ¿Cuál? La del colectivismo, definido como aquel sistema político, económico, social y cultural en el cual a la persona se le pide, y si no accede libremente a la petición se le impone por la fuerza, el rendimiento de su individualidad a favor de la colectividad, que puede ser la raza (nazismo) o la clase social (comunismo), colectividad encarnada en el Estado, en abstracto, y en el gobierno, en concreto, rendimiento de la individualidad a la colectividad que supone (dejando de lado, por el momento, el tema de la vida) la violación de la libertad y la propiedad. El que al nazismo se le considere de derecha, y al comunismo de izquierda, no afecta en nada su identificación esencial: sistemas colectivistas, con muchos más puntos de convergencia que caminos divergentes.

¿Puede haber dictaduras de derecha? Sí. ¿De izquierda? También. Es más: por más demócrata y republicano que se presente un gobierno, tanto de derecha como de izquierda, siempre tendrá algo de dictatorial, es decir, de uso abusivo del poder gubernamental en contra de la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal. El problema, de entrada, es que, de derecha o de izquierda, más o menos demócrata, más o menos republicano, de lo que se trata es del gobierno y de sus poderes inherentes: limitar, y en muchos casos eliminar, la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal. El problema no son los adjetivos - izquierda o derecha, republicano y demócrata – sino el sustantivo: gobierno.

Insisto en este punto: por más demócrata y republicano que se presente un gobierno, tanto de derecha como de izquierda, siempre tendrá algo de dictatorial, es decir, de uso abusivo de su poder contra la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal. Entonces, dado que estoy hablando de gobiernos tanto de izquierda como de derecha, y por lo tanto también de los gobiernos de centro, que combinan, de distinta manera y en diferente grado, elementos de la derecha y la izquierda (en algo son de derecha y en algo más lo son de izquierda), ¿no hay manera de evitar ese algo que, de dictatorial, tienen todos esos gobiernos? ¿Estamos condenados, en mayor o menor grado, a la dictadura de los gobiernos? ¿No hay opción?

Sí la hay, y es el liberalismo que, si verdaderamente es tal, no es, ni de izquierda ni de derecha, por más que tanto la izquierda como la derecha puedan compartir ciertos rasgos del liberalismo, pero compartir ciertos rasgos del liberalismo no es lo mismo que ser verdaderamente liberal, es decir, liberal de la A a la Z, habiendo llevado hasta sus últimas consecuencias, que no por últimas son necesariamente malas, ¡al contrario!, los postulados del liberalismo, lo cual supone aceptar que las únicas dos tareas del gobierno son garantizar la seguridad contra la delincuencia y, de no resultar eficaz tal garantía, impartir justicia, únicas tareas que, desde los postulados del liberalismo, justifican que el gobierno cobre impuestos, es decir, que obligue a los gobernados a entregarle parte del producto de su trabajo.

El verdadero liberalismo es minarquista, y conforme se la van sumando tareas al gobierno éste va dejando de ser liberal para convertirse, según las tareas que se le asignen, en gobierno de derecha o de izquierda o de centro, pudiendo llegar a ser un gobierno fascista o comunista, no habiendo, entre uno y otro, diferencia esencial alguna, siendo ambos igualmente dictatoriales, igualmente arbitrarios frente a la dignidad de la persona, ¡dignidad que depende, entre otras cosas, de su individualidad!

Por ello, pongamos el punto sobre la i.