La postura proteccionista, llevada hasta sus últimas consecuencias, ¡que serían absurdas!, daría como resultado el monopolio de la empresa menos competitiva.
Hay libre comercio en los países en los cuales los consumidores, comprando o dejando de comprar, deciden la composición (el qué) y el monto (el cuánto) de las importaciones, sin ningún tipo de prohibición, limitación o condición impuesta por el gobierno. Hay libre comercio allí donde los nacionales pueden relacionarse comercialmente con los extranjeros como más les convenga, sin que el gobierno intervenga en los términos de esa relación.
Hay proteccionismo en las naciones en las cuales el gobierno, de una u otra forma, en mayor o menor medida, determina el qué (la composición) y el cuánto (el monto) de las importaciones. Hay proteccionismo allí donde el gobierno decide si los nacionales pueden o no establecer relaciones comerciales con los extranjeros, y si sí en qué términos, todo lo cual es injusto (limita la libertad) e ineficaz (reduce el bienestar).
¿Cuáles son las “razones” a favor del proteccionismo? Fundamentalmente dos, ni a cual a ir de falaces. Primera: proteger a los productores nacionales de la competencia de las importaciones. Segunda: corregir el déficit en la balanza comercial y lograr el superávit. Centro la atención en la primera y me pregunto cuál sería la consecuencia de llevar el proteccionismo hasta sus últimas consecuencias. La señalada por Amagi: el monopolio de la empresa menos competitiva.
Supongamos tres empresas nacionales, A, B y C, la primera muy competitiva, la segunda más o menos competitiva, la tercera menos competitiva, y supongamos una empresa extranjera, D, más competitiva que A, B y C, capaz de ofrecer a menor precio y/o mayor calidad y/o mejor servicio que A, B y C, por lo que sus exportaciones compiten con la producción de las tres empresas nacionales.
Supongamos que A, B y C convencen a su gobierno para que los proteja de la competencia de las importaciones de D, que éste hace caso, y las prohíbe. Se eliminó la competencia de D y ahora sólo compiten A, B y C, con clara ventaja de A, la más competitiva de las tres, sobre B y C. Supongamos que B y C convencen al gobierno para que las proteja de la competencia de A, que éste les hace caso, y le prohíbe a A seguir produciendo y ofreciendo. Se eliminó la competencia de A y ahora sólo compiten B y C, con clara ventaja de B, más competitiva que C. Supongamos que C convence al gobierno para que la proteja de la competencia de B, que éste le hace caso, y le prohíbe a B seguir produciendo y ofreciendo. Se eliminó la competencia de B y ahora sólo produce y ofrece C, la menos competitiva de todas.
Vistas así las cosas, ¿cuál es el resultado del proteccionismo llevado hasta sus últimas, ¡y absurdas!, consecuencias? El monopolio de la empresa menos competitiva, últimas consecuencias hasta las que no se llega porque el proteccionismo pretende proteger a los productores y oferentes nacionales de la competencia de los productores y oferentes extranjeros, no de la competencia, para el productor nacional menos competitivo, de los productores y oferentes nacionales más competitivos. Para proteger a los productores nacionales de la competencia de los productores extranjeros más competitivos lo que el gobierno proteccionista hace es prohibir las importaciones. En cambio, para proteger al productor nacional menos competitivo de la competencia de los otros productores nacionales más competitivos lo que el gobierno proteccionista debe hacer es prohibirles a los más competitivos que produzcan y ofrezcan o, dicho de otra manera, prohibirles trabajar, lo cual sería injusto (viola la libertad) e ineficaz (reduce la oferta).
Si llevado hasta sus últimas consecuencias el proteccionismo resulta absurdo, ¿no lo resulta también en cualquier medida? Sí, ya que no es una cuestión de grado sino de principio.
Por ello pongamos el punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.